
Los colombianos estamos satisfechos con la práctica
democrática que se dio lugar hace dos semanas en la cual el 70% de los
colombianos (que pudieron o quisieron votar, no cómo yo, quien me vi
imposibilitado en el momento por leyes absurdas para los colombianos en el
exterior) demostraron su voluntad de continuar con la política gubernamental de
la cual hemos sido testigos en el período 2002-2010. La mayoría del país, los congraciados
con el Sr. Juan Manuel Santos que apoyan la continuidad y el afianzamiento de
la seguridad democrática, y los que no, sabe lo que esto significa para los
procesos de paz que se pueden o no dar, para las inversiones en el campo
militar, para la economía del país dirigida a la inversión extranjera y a la
privatización, para la tarifa de impuestos, para agro-proyectos como el modelo
de Agro Ingreso Seguro, para los procesos contra los paramilitares, y demás
ires y venires de la moderna Colombia. Pero pocos saben lo que significa para
el medioambiente y la sostenibilidad (en su sentido profundo ambiental, económico
y social) en Colombia. ¿Cuáles son los grandes retos que enfrenta el Sr. Santos
en este campo en los próximos 4 años? ¿Cómo su política puede solucionarlos?
¿Cómo pronosticamos su desempeño? Con estos cortos textos hago mi contribución
al tema.
Antes de leer, he procurado concentrar mi análisis en las
áreas ambientales que, a mi juicio, necesitan atención inmediata por parte del
gobierno de turno. Al hacer esto, no sólo busco un pensamiento crítico con
respecto a la política ambiental del país de los últimos 8 años, sino también dilucidar
para ustedes algunos de los pensamientos más profundos en el campo ambiental.
AGUA
Referendo
Entre los flashes noticiosos de parapolítica, pirámides, violentas
morbosidades, conciertos de bandas gringas, y supermodelos, aún no se ha colado
en el consciente colectivo la noticia de la propuesta ambiental más ambiciosa e
importante de los últimos años que hoy se debate en el Congreso: el referendo
del agua. El referendo tiene sus raíces internacionales, en las llamadas
Cumbres del Agua de la ONU. Su base conceptual es establecer el agua como
derecho fundamental. En el país, la iniciativa fue liderada por Ecofondo en el
2008 y se constituye de 4 metas específicas: 1. Hacer del agua un derecho
fundamental; 2. definir una cantidad de agua mínima para la supervivencia (la
Organización Mundial de la Salud, OMS, lo establece en 7,5 litros diarios
promedio); 3. proteger a los más pobres para garantizar la seguridad del
servicio; 4. evitar que el agua se privatice en el país y se convierta en una
comodidad de mercado. Hoy en día, el referendo es el Proyecto de Ley 171 de
2008 en la Cámara de Representantes; está estancado y no encuentra una
respuesta del Congreso.
A pesar de que el gobierno entrante no se ha mencionado
acerca del referendo, esperamos que en algún momento lo haga, pues en un país con una complejidad hídrica inmensa como Colombia
es difícil poder alcanzar lo requerido para la provisión del agua a través de
las políticas actuales, que tienen un estrategia de privatización y
licenciamiento (véase Planes Departamentales del Agua, PDA). Ahora bien, apoyar
el referendo para el gobierno actual sería contradecir las políticas hídricas
de los últimos años. Debido a que este gobierno es de continuidad, esperar un
viraje radical en este sentido sería desear mucho. Lo que más asusta del
referendo al gobierno actual, y al entrante, es su posición en contra de la
privatización. Esto a oídos tercos y primitivos suena a comunismo. Por ello, espero
que el nuevo gobierno tenga la madurez de juzgar lo que en verdad está en
juego. La retórica de izquierda no tiene nada que ver con la propuesta de convertir
el agua en un derecho fundamental, que a su vez no contradice para nada la
constitución del país, que establece, por ejemplo, en su primer artículo, el
derecho a la vida.
Sin embargo, el referendo no debería ser la única meta
de aquellos que buscan la sustentabilidad hídrica en el país. A mi parecer, el
referendo debería empatarse con una propuesta
legislativa de más substancia con un enfoque en la gestión, el mayor problema
del agua en el país. Por ello, el referendo representa un primer paso importante.
Si encuentra al fin respuesta en el Congreso, podríamos convertirnos en el
primer país con una legislación de esta naturaleza en el mundo, y de alguna u
otra manera, esto nos brindaría un trasfondo legal significativo para elaborar políticas
más profundas en el futuro. Recordemos que el IDEAM advierte una escasez del
agua en la zona andina (donde el 60% de la población del país se concentra)
para el 2015. El agua es prioridad en Colombia, y abogar por su derecho es
fundamental para progresar hacia su uso sostenible en el futuro.
Abastecimiento
y Saneamiento
Como he dicho, el problema del agua en Colombia es un
problema de gestión, es decir, de armonizar la conservación y el uso en la
práctica, no sólo de leyes ni teoría (aunque si la ley tiene vacíos, la
práctica se desorienta). En el campo de los recursos hídricos el gobierno
actual se ha concentrado en abastecimiento y saneamiento, y más en el primero
que en el segundo. El cubrimiento de acueducto en el país ha venido mejorando
desde los años 90. El esfuerzo de este gobierno fue también significativo. Hoy
esa población llega casi al 95% en las ciudades más grandes del país, algo casi
impensable en los años 70, gracias a programas como los PDA. Sin embargo, una
población rural considerable sigue sin agua (aproximadamente el 50% según la
superintendencia de servicios públicos, según estudios del 2006). Además, y aún
más importante, la calidad del agua urbana en Colombia es una vergüenza. Las
grandes ciudades del país, principalmente Bogotá, Cali y Barranquilla, que
concentran un porcentaje demográfico importante, sufren hoy baja calidad en el
agua suministrada. El agua de Cali, por ejemplo, viene de uno de los ríos más
contaminados del país (el otro, y único 'otro' de importancia, es el río Magdalena),
algo que ha ocasionado casos de contaminación en barrios como agua blanca. El
caso de Bogotá es tal vez menos grave en términos de contaminación, pero más
grave en términos de abastecimiento. La provisión del agua no ha ido a la par
del crecimiento acelerado de la megaciudad, ocasionando problemas no sólo de
sanidad sino administrativos, como ocurre con los sobrecargos de las facturas. Además,
considerando que el agua bogotana proviene de embalses como el de Chingaza, que
a su vez depende de la estabilidad de los páramos, afirmar que es una población
vulnerable es algo que se sobreentiende.
El gobierno pasado se ha concentrado en abastecimiento de
agua, pero ha dejado de lado la calidad del servicio. De ello depende nuestra
salud y supervivencia. El gobierno que viene tal vez no tenga una visión amplia
del asunto, pero esperamos que sepa responder a esta necesidad inmensa en vez
de encontrar argumentos oportunistas con respecto a la creación de trabajo con
las licitaciones de abastecimiento agua, que suben los precios para los más
precios y sólo enriquecen a unos pocos. Ahora bien, durante la campaña
presidencial, muchos candidatos simplificaron el problema del agua a la construcción
de plantas de tratamiento de aguas residuales (PTARs). El problema de enfocar
una política hídrica en estos proyectos desarrollistas es que no soluciona el
verdadero problema. La mayoría de PTAR separa los agentes no-disueltos (materia
orgánica, en su mayoría), que luego convierte en fertilizante, y le echan ozono
al agua filtrada para matar los agentes biológicos, y luego la regresa al río.
Este proceso no acaba con otros contaminantes, como metales pesados y demás
químicos utilizados en la industria del país, sobre todo en la minería, la
elaboración de plásticos, entre otros. El dinero del fisco público no debería
ir a más PTARs. En vez, se podría ir a la fuente de la contaminación con normativas
y el ejercicio de la norma. Responsabilizar a los contaminadores por los
químicos que produce sería aún más inteligente. Además, en vez de construir
PTARs tradicionales se podrían construir otras a pequeña escala de tratamiento
de agua con agentes biológicos (bio-tecnología que está de moda en Europa, que
no cuesta mucho y de seguro aquí en Colombia existe mucha vegetación, como
musgos, para llevarla a cabo y equipos de investigación que ya las han
desarrollado). Acudir a la 'aritificialización' de los procesos naturales jamás
producirá los efectos deseados. Lo mejor es acudir a la fuente de la
contaminación y 'naturalizar' los procesos de limpieza de la polución.

Aunque el medioambiente no fue una prioridad temática para
muchos que votaron por Santos, ya que la mayoría lo hicieron porque no quieren
que el país se lo tome Chávez, entre otras demencias del imaginario nacional,
el gobierno entrante tiene en sus manos un reto ambiental importante que no
debemos olvidar. Preservar la riqueza natural del país nos ayuda a encontrar
nuevos rumbos de desarrollo, a que el país crezca de una forma sostenible. En
este contexto, el agua es uno de los elementos fundamentales para que esto
suceda.
(c) Ambientalesco
"
No hay comentarios:
Publicar un comentario